Don Juan, memoria amarga de mí
Bien se conocen las hazañas de Don Juan con las mujeres, hombre temperamental y sagaz. Gran doctorado en el arte de la seducción, que enamoró y rompió los corazones de hermosas damas. Muchas son sus historias y grandes sus victorias, amante de las mujeres y la soledad. Vivió para enamorar y no vivir enamorado. Juró brindar matrimonio para alcanzar el máximo placer carnal, venció a galanes y consiguió ganar sus apuestas. Su objetivo, vivir al límite, y bien sabe Dios que lo consiguió.
Bien se conocen las hazañas de Don Juan con las mujeres, hombre temperamental y sagaz. Gran doctorado en el arte de la seducción, que enamoró y rompió los corazones de hermosas damas. Muchas son sus historias y grandes sus victorias, amante de las mujeres y la soledad. Vivió para enamorar y no vivir enamorado. Juró brindar matrimonio para alcanzar el máximo placer carnal, venció a galanes y consiguió ganar sus apuestas. Su objetivo, vivir al límite, y bien sabe Dios que lo consiguió.
Con esta versión de Don Juan Tenorio, la compañía PÈLMANEC ha conseguido transmitir la visión más amarga de la vida de este galán los últimos días de su vida. Esta obra es representada por un único actor ventrílocuo, quien da vida a un fraile. A su vez, controla y pone voz a Don Juan Tenorio, a la muerte y al Padre superior de la orden a la que pertenece. Un desafío sobresaliente para esta obra teatral que no solo aporta una visión distinta de Don Juan, sino que además consigue dar a personajes inertes la plenitud en vida de una persona real.
Don Juan pasa sus últimos días enclaustrado en una iglesia, institución a la que nunca respetó y cuyos principios son opuestos a toda su filosofía de vida. Este viejo se niega a redimir cuentas ante Dios, aunque Jacobo, el fraile encargado de cuidarlo le aconseje hacer las paces con el padre del cielo. La misión encomendada a Jacobo parece imposible de cumplir, y es que cuidar a hombre de tal talante y genio no es fácil tarea. En un comienzo el fraile se derrumba pidiendo al padre superior misericordia para que otra persona se encargue de cuidar a Don Juan, pero el padre superior ignora sus plegarias.
Van pasando los días y Jacobo va sintiendo un extraño apego hacia este débil anciano, que vive atormentado por los fantasmas de su pasado. Mujeres aparecen en sus sueños, convirtiendo sus victorias en derrotas, reclamando y pidiendo cuentas por su deshonra. Pero Don Juan lejos de arrepentirse, clama al cielo furioso, encomendándose a la muerte para que acabe con su sufrimiento y le lleve a vagar por las llamas del infierno.
Jacobo vela por él, le cuida y da la medicina preparada por el Padre superior. Es la única persona con la que Don Juan mantiene contacto y a la que intenta manipular con sus historias de conquistas.
Una gran verdad se desvela en el desenlace de esta historia, y es que Jacobo descubre que el padre superior le utiliza como herramienta para envenenar a Don Juan. El inocente fraile no conoce mundo, fue recogido a las puertas de la iglesia y a ella le ofreció su vida. Preguntó al Padre por el empeoramiento de Don Juan, y éste entre sollozos le cuenta la gran verdad. Él es Don Luis Mejía, gran rival de Don Juan, padre de Jacobo, con quien apostó a su prometida, Ana de Pantoja, y perdió. Jacobo fruto de Ana fue depositado en las puertas de la iglesia cuando era un bebé y Don Luis lo crió como suyo, Ana de Pantoja despojada de su honor y sus bienes se suicidó.
Jacobo no puede soportar tal engaño y acaba con el sufrimiento del cura. Mientras tanto Don Juan se tambalea entre la vida y la muerte. El arsénico recorre sus venas y la imagen de la muerte aparece a un lado de su cama para robarle el beso que acabará con su dolor, un dolor insoportable que seguirá vagando en la memoria amarga de los corazones de sus víctimas.
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